Todo comenzó cuando Sam tenía 15 años y le regalaron un hermoso piano eléctrico Yamaha con teclas contrapesadas. Después de algunas lecciones del pianista del pueblo, las teclas se estrellaron contra el software crackeado Nuendo Steinberg a través de la interfaz MIDI y se escucharon los primeros sonidos, gracias en parte a complementos como Hypersonic 2.
Se recaudó el dinero de los aprendices, se trató suficiente software Samplitude y un micrófono T-Bone SC 1100 para el primer sonido estable. Se hicieron los primeros ritmos y pistas hechos a sí mismos. Los ritmos dobles, el tacto, la fluidez y el tono se armonizaron después de una práctica intensiva.
Para Sam Weber, escribir textos era principalmente una cuestión mental. No hay cánticos de cocaína de gángsters convencionales, no hay galimatías de "LELE ... Bra-Bro" ni nada por el estilo. Sam está un poco loco y convierte eso en pistas divertidas, serias, tristes y profundas.
Se frota sal en la herida para eliminar el extremo. Tratar temas tabú es una especie de pasión para Sam. Y por eso sus letras son a veces deliberadamente provocativas.
Mucha gente que escucha la música de Sam Weber dice que es algo completamente diferente. Y eso es exactamente lo que quiere lograr: sobresalir siempre y ser único.