Conferencista, influencer, actor y conductor de televisión.
Hay muchísima gente que se considera cristiana, pero la sola idea de tener una relación íntima con Dios les parece ilusoria, algo imposible de lograr. Mientras algunos creen conocer al Padre a través de las experiencias de terceros, otros lo hacen a través del recuerdo de aquellos momentos en que experimentaron Su gracia y Su amor en el pasado, y otros más creen conocerlo porque conocen la Biblia. Pero “creer no es conocer”. La verdadera manera de relacionarnos con Dios es a través de la adoración y del Espíritu. Por eso, aprendamos a callar y a sumergirnos en el sonido del silencio para escuchar Su voz... Y ya nunca más seremos “íntimos desconocidos”.
17/3/25 • 83:32
Las personas que viven simulando tienen pánico de decepcionar y moldean su comportamiento para tratar de agradar a todo el mundo todo el tiempo. Aunque algunos lo disfracen como “cuidar el testimonio”, simular siempre nos hace vivir en un mundo de engaño y, con el tiempo, olvidamos que estamos fingiendo, hasta el punto de creer que esa “máscara espiritual” es lo que realmente somos. ¡Pero Dios nunca puede bendecir algo que no sea real! Cuando crecemos para convertirnos en el ser que Dios quiere que seamos, seremos libres del personaje que aparentamos ser.
10/3/25 • 76:03
El cristiano que espera que Dios le resuelva todos los problemas familiares, sane todas sus enfermedades y le dé solidez financiera sin tener que esforzarse, busca una ‘eterna infantilidad’, en lugar de una madurez real. Con una fe infantil, la gente trata de hacer que el Señor cumpla sus caprichos, mientras que, con una fe madura, trata de seguir la voluntad de Dios, confiando en Él y aceptando al mismo tiempo los límites de nuestra humanidad. Cuando alcanzamos la madurez espiritual, obedecemos a Dios, no porque nos sintamos obligados, sino porque anhelamos hacerlo.
3/3/25 • 70:30
Muchos cristianos no solemos orar pidiendo a Dios que revele lo que realmente está oculto en lo profundo de nuestro corazón, porque tememos que la verdad sea demasiado dolorosa y no podamos soportarla. Sin embargo, en el ocultamiento nunca hay sanidad. Para recibir la gracia del Padre, tenemos que lograr ver nuestros puntos ciegos y reconocer el pecado. Los secretos levantan un muro, mientras que la confesión -verse a uno mismo desnudo- construye un puente. La revelación y confesión de un punto ciego nos brindan la oportunidad de tomar decisiones de vida que nos lleven a ser mejores personas.
24/2/25 • 73:16
La fe en Dios no es un seguro contra tragedias. El dolor y el sufrimiento son parte integral de nuestro planeta y los cristianos no estamos exentos. Cuando recibimos un diagnóstico difícil de digerir, cuando un sueño se convierte en pesadilla, cuando un matrimonio se deshace o cuando los hijos parecen perderse, debemos tomar una decisión entre dos posibilidades: o nos dejamos derribar o nos paramos con firmeza en las promesas del Señor. Podemos rendirnos y entregarnos a la culpa, al miedo o a la ira, o podemos resistir, creyendo que todo depende de Dios. Recordemos que hasta en nuestro dolor más profundo nuestro Padre nos escucha.
17/2/25 • 86:36
Muchos cristianos de hoy confunden su fe con una lista de deseos egoístas y van a la iglesia para “empoderarse”. Sin embargo, sólo cuando usamos nuestros recursos para el servicio de Dios -ya sea dinero, autoridad, talento o influencia- es cuando construimos altares al Padre; si los empleamos en nosotros mismos, estamos erigiendo monumentos personales. Recordemos que la promesa del gozo y las recompensas de Dios se cumple cuando nos entregamos plenamente en amor incondicional a los demás.
10/2/25 • 74:37
La ley del gallinero puede darse en una granja, pero no es válida en el Reino. Cuando sintamos que somos la gallina ‘omega’, debemos recordar que no estamos solos. Al igual que David ante el tormento de Saúl, debemos permitir que sea Dios el fundamento sobre el cual nos ponemos de pie. Actuemos conforme a Su Palabra, sin rencores ni venganzas, sino con gracia y perdón. Si Dios puede confiar en que haremos lo correcto cuando nuestro Saúl está en el trono, también puede confiar en que lo haremos cuando seamos nosotros quienes ocupemos ese lugar.
3/2/25 • 70:54
En ocasiones, nuestro anhelo de conocer la voluntad de Dios suele mezclarse con nuestros deseos personales, y tratamos de manipularlo a Él para que nos diga qué hacer o qué puerta atravesar. Queremos Su garantía para sacarnos de encima la responsabilidad de la decisión. Sin embargo, tomar decisiones es una herramienta indispensable para desarrollar nuestro carácter. Una puerta abierta no significa una vida fácil, una puerta cerrada no necesariamente marca un punto final. Es tiempo de agradecer por todas las puertas que tenemos frente a nosotros: las que se abren, las que se cierran, y las que nunca se abrirán.
27/1/25 • 55:55
La religión es seductora porque es un sistema que nos permite sentirnos parte de una “casta especial” y medir cuán buenos somos con respecto a “la chusma”, a los demás. Pero Jesús, no hace distinción entre nosotros. Él nunca sucumbió al prejuicio, del “grupo de pertenencia”; de hecho, resumió todo cuando dijo: “Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que ellos sean hijos del Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos”. Si queremos ganar al mundo, necesitamos limpiar el mensaje de salvación, liberándolo de nuestros sesgos doctrinales. ¡Seamos libres de la religión artificial con esteroides!
20/1/25 • 60:29
A veces podemos llegar a estar tan ocupados haciendo “ministerio” que no tenemos tiempo para amar y servir a la gente real. Nos resulta más fácil ofrecer palabras que acciones. Pero el cristianismo no es un sermón de domingo. Estamos llamados a imitar la vida de Jesús, no a repetir versículos de la Biblia usando un lenguaje religioso. El llamado es para todos. Tratemos a la gente como nos gustaría que nos trataran. Amemos a quien tenemos delante. Recordemos que: ¡nosotros somos el Evangelio!
13/1/25 • 70:00
Así como el pueblo de Israel adoró en algún tiempo a una serpiente de bronce, nosotros podemos llegar a tener costumbres y tradiciones que se transforman en “verdades bíblicas” o “bases para nuestra fé”. El pasar al altar, los programas de seguimiento, la Biblia misma e incluso la oración pueden convertirse en “santas anacondas”, si permitimos que tomen un lugar por encima del Creador. Hoy tenemos que tomar la responsabilidad de nuestro crecimiento espiritual, y de hacer pedazos a unas cuantas de las serpientes de bronce que impiden nuestra madurez en Cristo. ¡Un mensaje retador!
6/1/25 • 74:57
“Te prometo que vas a estar bien. Vas a superar todo esto; sólo esfuérzate, sé valiente y toma la tierra que ya te he entregado”. Esta fue la promesa que Dios le hizo a Josué, y esta es la promesa que hoy nos hace a nosotros. En nuestra hora más oscura, en medio de nuestras preguntas más profundas, el Señor de los millones de millones de ángeles no nos abandonará. ¡Nunca enfrentaremos solos a Jericó! La victoria llegará cuando miremos hacia arriba a nuestro Comandante en Jefe y doblemos las rodillas ante Él. No bajemos los brazos, es sólo cuestión de tiempo, para que nuestro Jericó caiga en pedazos.
30/12/24 • 62:56
A veces parece que celebramos la Navidad como una festividad blanda, comercial y mercantilista, eliminando cualquier recordatorio de cómo el relato que comenzó en Belén acabó, nada menos, que en el Calvario. Sólo un Rey que nos ama tanto se atrevería a abandonar el gran trono para envolverse en pañales. Él se hizo harapiento para que nosotros pudiéramos empatizar con Él y amarlo. En Jesús, Dios encontró una forma de relacionarse con los humanos, que no conlleva miedo. Eso es lo que siempre debemos recordar: la caída de los pequeños peces que se creían reyes, como Herodes, y el nacimiento del único y verdadero Rey del Universo. ¡Esa es la esencia de la Navidad!
22/12/24 • 47:56
Lamentablemente, muchos cristianos cortamos intencionalmente toda conexión con la gente con la que deberíamos ser luz, y con esto perdemos el propósito de la iglesia. El Señor nunca nos ha pedido que vivamos apartados del mundo. Nos guste o no, la Iglesia de Cristo está formada por todos aquellos que tienen al Hijo de Dios en su interior. Dios no es católico, metodista, bautista, luterano, presbiteriano, reformado, anglicano, adventista, evangélico ni pentecostal. Dios tiene amor por todos sus hijos, ¡y eso tenemos que celebrarlo!
16/12/24 • 76:12
Todos hemos pasado situaciones en las que es muy difícil ver a Dios por encima de nuestro dolor y a través de los fragmentos de nuestras heridas. Es entonces cuando las dudas afloran y nuestras oraciones comienzan a salpicarse de preguntas al Señor, hechas con rabia y desilusión. Pero debemos tener siempre presente que una temporada de sufrimiento y miedo es un precio pequeño a pagar por obtener una visión clara de Dios. Resistamos y esperemos en fe, pues tarde o temprano ¡el Maestro vendrá!
9/12/24 • 76:38
Si para alguien la “presencia de Dios” es sentir algo, el día que no “sienta algo”, creerá que Dios lo ha abandonado. Pero Dios dice que nunca nos abandona; el agua viva corre siempre en nuestro interior. Jesús no vive en lugares físicos, sino en los corazones de las personas. No es una religión, es una relación. Cristo vino para traernos vida las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. La vida en el espíritu es más sencilla de lo que solemos imaginar: ¡sólo necesitamos tener a Jesús en nuestro corazón!
2/12/24 • 77:35
Podemos tener la mejor teología del mundo, pero si no la vivimos, si no sabemos amar, la doctrina no sirve para nada. Recordemos que el Rey es una persona; no es un libro que colocamos sobre la mesa, sino alguien que vive en nuestro interior. Cuando estamos vivos espiritualmente, crecemos en amor, en gozo, en paz, en paciencia, en benignidad y en todas las virtudes. Dejamos de ser bebés espirituales y nos volvemos mejores cónyuges, empleados responsables, padres más pacientes y personas más generosas. Ese es el fruto natural del crecimiento espiritual, ¡y no hace falta ningún esfuerzo de nuestra parte para producirlo!
26/11/24 • 74:46
Para la mayoría de nosotros es mucho más fácil aceptar el perdón de Dios que perdonarnos a nosotros mismos. Por eso, en ocasiones seguimos sintiendo culpa por un pecado que ya confesamos, que Dios ya olvidó. Nos obsesionamos tanto por los errores del pasado, que nos perdemos las oportunidades del futuro. Erróneamente, pensamos que nuestras caídas nos descalifican para que Dios vuelva a usarnos. Sin embargo, la culpa nunca ha sido un combustible que funcione; más bien, es corrosivo y oxidante. Recordemos que Pedro falló tres veces y, aun así, Jesús volvió a encomendarle su misión. El genuino arrepentimiento de Pedro, sus lágrimas y la gracia del Señor lo sacaron del fondo del abismo.
18/11/24 • 82:09
Dios no dice amarnos sólo si nos portamos bien. Él promete amarnos consciente de todo el tiempo en que nos portaremos mal. Sin embargo, vivimos peleando la vida al igual que hizo Jacob; y como a él, nuestras peleas no nos descalifican ante nuestro Padre. Recordemos que Dios hace grandes cosas a través de la gente rota. No tenemos que ser perfectos para ser amados. Tomemos nuestra culpa en la mano como si fuera una piedra y entreguémosla al Señor. Él no va a abandonarnos, aunque tenga que dejarnos cojos o rengos hasta que enfrentemos nuestra sombra del miedo.
11/11/24 • 63:14
Los cristianos solemos creer que la ansiedad y la depresión, son problemas que se arreglan con oración, “declarando” victoria, y “decretando” que somos libres; y vamos por la vida sufriendo nuestro invierno en solitario, ocultando nuestra depresión, crisis y batallas. Sin embargo, recordemos que mientras no seamos relevados de nuestras funciones del Reino y de nuestro llamado, debemos permanecer. Concentrémonos menos en nuestra tristeza y más en Su poder. El Señor nunca deja de obrar para nuestro bien. ¡Vamos a bendecir y agradecer por nuestras noches de invierno!
4/11/24 • 74:01
El libro de Josué nos alienta en esos momentos de crisis en los que sentimos que nos quedamos sin oxígeno, recordándonos que Dios nos tiene reservada una “Tierra Prometida”. Pero nuestro Canaán no representa el cielo, sino a la vida que podemos vivir ahora. Cuando entregamos nuestro corazón a Cristo, ya tenemos todo lo necesario para ser lo que Dios desea para cada uno de nosotros. La conversión es más que la remoción de pecado; es un depósito de poder porque ¡Compartimos la misma herencia de Cristo! Todo lo que debemos hacer para entrar en nuestra Tierra Prometida es caminar en fe por la vida, tomados de Su mano.
28/10/24 • 77:48
Si alguna vez vamos a amar de la forma en que Jesús ama, debemos comenzar por entender que la iglesia debe ser un hospital del alma que acepte a todo aquel que llegue buscando ayuda. El peor alcohólico, la persona más iracunda, el criminal más peligroso, el mayor adicto, el más chismoso, el más lujurioso, el más racista, el miembro más disfuncional de la familia, la persona más odiosa que conocemos, y nosotros mismos... todos estamos invitados a la mesa del Señor. Seamos puertas y no barreras para que otros puedan acercarse al Padre. ¡Un mensaje retador!
21/10/24 • 77:44
El “síndrome de hubris” tiene que ver con sentirnos superiores a los demás. Cuando esto pasa, distorsionamos nuestra verdadera identidad y nos volvemos arrogantes y petulantes. Pero la arrogancia es un equipaje que Dios no quiere que llevemos a cuestas. Recordemos que Él odia la arrogancia con la misma intensidad que ama la humildad. Dios ofrece Su amor tanto a los justos como a los pecadores, a los creyentes como a los incrédulos, a los aventajados y a los desfavorecidos por igual. Él rompe las reglas para encontrar a quienes quizá no califican socialmente, pero sí califican espiritualmente.
14/10/24 • 79:25
Todos nosotros hemos experimentado, o vamos a experimentar, una pérdida devastadora en uno o en varios momentos de la vida. La pérdida es la norma, no la excepción. No podemos ignorar el dolor que conlleva, pero sí podemos decidir cómo enfrentarlo. Recordemos que, en ocasiones, Dios utiliza el dolor para hacernos crecer; el dolor nos hace resilientes, nos hace fuertes y es indispensable para transitar una vida real. Si edificamos nuestra vida sobre Cristo, podemos tocar fondo y, aunque perdamos el aliento, seguiremos respirando. De este lado del sol, el dolor está garantizado; la buena noticia es que el cielo es una zona libre de dolor.
7/10/24 • 61:53
Al igual que Gómer traicionó más de una vez a Oseas, nosotros hemos traicionado al Señor en innumerables ocasiones. Y cuando creamos nuestro propio infierno por malas decisiones y nos apartamos del camino, el Padre se preocupa y se duele. Pero Su gracia nos alcanza una y otra vez, a pesar de nuestra vergüenza, culpa y confusión. Sólo Dios puede redimirnos de nuestro pasado. Nuestras faltas no nos definen ante el Él, pues nos ama a pesar de nuestros pecados. ¡Su amor es un amor escandaloso y sin sentido común que rompe todas las reglas!
30/9/24 • 74:23
A veces, nuestros planes tienen que fracasar para que triunfen los planes de Dios. Es en medio de esos fracasos cuando podemos llegar a sentir que nos tocó bailar con la más fea, como le ocurrió a Jacob al verse casado con Lea en lugar de Raquel. Sin embargo, el “bailar con Lea” suele llevarnos a buscar a Dios con una intensidad que de otro modo no habríamos tenido. La forma en que manejemos las frustraciones determinará si nuestra vida se convierte en una tragedia o en una comedia. Así que, aprendamos a alegrarnos cuando nos toque bailar con Raquel, ¡y cuando nos toque bailar con Lea!
23/9/24 • 82:51
Lamentablemente, el mensaje de gracia traído por Jesús ha quedado diluido en la vasija de la iglesia, como un vino caro que se derrama en una jarra llena de agua. Hemos olvidado que el amor de Jesús es arbitrario y parcial, causa perplejidad, es chocante, injusto y ofensivo. Dios acepta en su casa a todo aquel que se le acerque con genuino arrepentimiento. ¿Para qué ser bueno, entonces, si sabemos de antemano que nos van a perdonar? Muy simple: nos esforzaremos por crecer en santidad; no para hacer que Dios nos ame, ¡sino porque Él ya nos ama!
15/9/24 • 80:16
Dios no te va a rechazar por haber tenido un aborto, por haberte emborrachado, por haber tenido sexo fuera del matrimonio o por mirar pornografía. Si bien es cierto que el pecado lo entristece, nuestra maldad no cambia ni por un solo instante el amor abrumador de Dios por nosotros. Él nos ama ahora mismo, tal como somos. Y cada vez que nos acercamos al Padre con el corazón en la mano, Él nos regala un nuevo comienzo en un Reino lejano, con una nueva identidad y una nueva reputación. ¡Ningún pecador es irreparable o irredimible para el Señor!
11/9/24 • 77:23
La Biblia enseña cuáles deben ser nuestras fronteras y cómo protegerlas. Sin embargo, muchas veces esas líneas se tornan difusas y nos volvemos complacientes, sin poder decir “NO”. Quizás por temor a herir los sentimientos de los demás, por miedo a que el otro se enoje y deje de querernos, o a que piense que no somos buenos cristianos. Establecer fronteras no nos hace mezquinos, groseros o egoístas; nos hace personas responsables y buenos administradores de lo que el Señor nos ha confiado. Los límites nos permiten amar a las personas de forma correcta y saludable, sin culpas y sin renunciar a nuestras convicciones y a quienes somos. ¡Un mensaje inspirador!
2/9/24 • 80:39
Todos los frutos de la edad adulta están enraizados en nuestra niñez: la autoestima, nuestra seguridad, nuestra sexualidad e incluso nuestra manera de gestionar la felicidad. Un adulto con heridas de la infancia hiere a su paso, mientras que un adulto sanado sana. Y aunque a veces sintamos que reconocer nuestras heridas es una fuente de vergüenza o debilidad, debemos recordar que Dios quiere que le contemos sobre ellas para curarlas. Pero tenemos que ser intencionales respecto a nuestra sanidad: primero debemos reconocer nuestras heridas; para después tomar la decisión consciente de perdonar. Sólo así dejaremos de ser flechas rotas, para ser saetas sanadas que se elevan al Señor.
26/8/24 • 72:55